Por: Eva del Amo
Llegar en tren a Santiago de Compostela es cómodo, fácil y rápido. La principal estación de tren de la ciudad se llama Hórreo y está situada en la intersección de la calle Hórreo con la Avenida de Lugo, en la parte sur del centro histórico. Uno puede dirigirse a pie hasta la Praza de Galicia, en pleno casco antiguo, dando un paseo de diez minutos andando. Si va cargado con equipaje puede coger el autobús C2.
Renfe es la encargada de la red ferroviaria española y, por tanto, también de los trenes que operan hasta Santiago de Compostela. Existen tres trenes diarios (Talgo y Expreso) y uno nocturno que conectan Santiago de Compostela con Madrid. Aunque el trayecto es largo (casi ocho horas) los trenes son cómodos. Si uno quiere dirigirse a Francia lo mejor es desplazarse hasta Bilbao o a San Sebastián. Y también se puede ir a Oporto (Portugal) haciendo parada en Vigo. Con un trasbordo también se puede acceder a Barcelona. Y para el resto de ciudades del país, a través de Madrid.
Desde la estación de Santiago de Compostela también parten trenes regionales que se dirigen cada hora (desde las 5 de la madrugada hasta las 22,30 horas) a los principales destinos de Galicia. El trayecto a A Coruña tan sólo dura algo más de una hora, pero también hay trenes a Vilagarcía de Arousa, Pontevedra y Vigo, y conexión directa con la ciudad de Orense, uno de los recorridos más concurridos.
Otra opción, si su intención es hacer turismo a bordo de un tren, es tomar el Transcantábrico, un tren que comienza en San Sebastián y concluye en Santiago de Compostela, o a la inversa. Se trata de una línea panorámica que constituye una excelente fórmula para recorrer la zona norte de España.